Juegos
de letras para un ensayo sobre un libro peculiar, un libro que trata de los
mismos temas de siempre: amor, desamor, amistades dentro de un contexto
interesante. La novela escrita por Juan Gabriel Vásquez nos lleva a la Colombia
de 1996, el país hermano donde la lucha de las autoridades con el narcotráfico
ha dejado a innumerables familias en pedazos y descubierto nuevos modos de
obrar del crimen organizado.
A
manera fácil para entender la trama, se trata de la historia de un profesor
universitario que se vio involucrado en un atentado cometido por sicarios para
asesinar a un piloto que estuvo involucrado años antes en el lucrativo negocio
de la droga. También se narra todos los intentos para esclarecer el pasado de
este hombre, llamado Ricardo Laverde, y al cual nuestro profesor universitario
Antonio no conocía del todo.
El
narcotráfico es, como dije en líneas anteriores, un negocio en el cual se ganan
sumas ingentes de dólares solo por procesar, transportar o mantener cultivos de
coca o marihuana (plantas con propiedades alucinógenas utilizadas para la
creación de drogas con el mismo nombre). En los inicios de esta práctica no se
tenían tantos riesgos como sucede actualmente, no se hablaba de cárcel o
extradición, sólo se hablaba de las sumas de dinero que podías conseguir.
Así
le pasó a Ricardo Laverde, sucesor de una familia de estirpe en la Aviación
Colombiana pero que quedó en la ruina antes de su nacimiento, viviendo en un
pueblo del interior colombiano con una chica miembro de los Cuerpos de Paz y
que como forma de obtener dinero fácil y haciendo lo que le gustaba (volar
aviones de cualquier tipo) se metió de lleno al narcotráfico transportando a
otros países el producto terminado.
Pero
esto no es una realidad única y particular, es una realidad por la que pasaron
y pasan numerosas familias en Colombia, el no tener como mantener a esposa e
hijos y verte involucrado en el dinero fácil, el dinero que manejan los narcos
y que todavía sigue moviendo millones personas en el mundo: el dinero de la
droga.
Aunque
está la otra cara de la moneda, ser desmovilizado de tu hogar por los grupos
paramilitares ligados al tráfico de estupefacientes y secuestrado y utilizado
como narco mula, poniendo tu vida en riesgo con cada gramo de droga que llevas
dentro para pasar los controles del Ejército.
Este
libro es un buen reflejo de esos años convulsos que todavía no terminan, de
cómo afectó a esa generación en particular
y tocan un personaje mítico en ese país, el jefe del Cartel de Medellín
Pablo Escobar Gaviria. Un individuo con distintas facetas, pues si bien estuvo
involucrado de manera intelectual o participante en las muertes de más de 10
mil personas también realizó muchas obras de caridad para ganarse el cariño y
el apoyo de la gente pobre.
Una
contradicción fue que asistieran miles de personas para acompañarlo a la tumba,
luego de ser abatido por el DIJIN mientras escapaba de ser recapturado y
enviado a la cárcel. Son cosas que hacen ruido pero que no termina de caer en
la mente del colectivo como algo discordante, algo que no puede ser. ¿Por qué
acompañar al sepulcro a una persona que envió sin fórmula de juicio a muchos
siendo inocentes? El hecho de ser caritativo sabiendo que ese dinero viene de
negocios turbios no es una respuesta válida, al menos no para mí.
En
una investigación realizada por Ricardo Rocha titulada "Las Nuevas
Dimensiones del Narcotráfico en Colombia" expone y explica ciertos
aspectos interesantes sobre la lucha contra las drogas, en uno de ellos explica
que la lucha contra los carteles exportadores emplazó el fortalecimiento
institucional y de más capacidades para enfrentar el crimen organizado.
El narcotráfico como trasfondo del conflicto armado llevó a insertar la
política antidroga dentro de la estrategia de desarrollo, invocando la
corresponsabilidad internacional.
Para
este tipo de situaciones nació la DEA, que colabora estrechamente en distintos
países en la lucha contra el narcotráfico y contra quien Ricardo Laverde así
como muchos otros se tuvo que enfrentar en juicio y cumplir sus sentencias en
territorio americano o colombiano.
Pero
no solo son el profesor Antonio o Ricardo quienes conforman esta trama, también
están las esposas o hijos, las familias que vieron como a consecuencia del
narcotráfico su dinámica cambió y se hizo diferente. Como dice Maya, la hija de
Ricardo Laverde, no era la única a la que le mataron al padre para evitar la
vergüenza de tener un narco encarcelado en la familia. Es mejor desaparecerlos
a seguir con ese estigma, esa mancha que ni todo el dinero del mundo puede
cambiar.
Pero
son formas de evitar el dolor en una sociedad que no ha dejado de llorar sus
tragedias un instante, cada mes es un recordatorio del pasado, un pasado negro
que todavía sigue acechando y que como le ocurre al profesor Antonio al
principio de la novela, puede ser recordado con una canción o un artículo de
periódico.